Las ilusiones desvanecidas. El sueño roto en mil pedazos desparramado por el piso. El nudo en el estómago incontrolable. La garganta podrida de insultos al aire y a la suerte. Lo que todos temían pasó y lo que todos soñaban se convirtió en pesadilla. Brasil fue Gigante en Arroyito y aplastó a la Selección Argentina de Diego Maradona con un 3-1 inexorable ante los ojos del más fanático. El local se hizo mil preguntas y el visitante encontró todas las respuestas en su histórico juego, lleno de calidad y de oportunismo. El pasaje a Sudáfrica ahora quedó reservado, pero todavía hay que sufrir un poco más para hacer el depósito.
En Rosario, Argentina chocó con todas sus limitaciones, y también con todas las virtudes de un rival que, aunque muestra sus cartas, es contundente como el boxeador más noqueador. El equipo de Maradona amagó en el inicio con llevarse por delante a un rival tímido. A los 40 segundos, Tevez sorprendió por el primer palo tras un centro de Maxi Rodríguez desde la derecha, después de un buen pase de Verón. Fue un espejismo. Enseguida Brasil se adueñó de la pelota y aprovechó cada grieta del 4-4-2 argentino.
La bajada de línea del banco argentino pareció clara desde el juego: Mascherano, Verón, Dátolo y Maxi tenían la directiva de cortar con falta en la mitad de la cancha cada avance brasileño. Así soportaron los primeros 20 minutos del partido. Y hasta Messi, a los 11, en su primera intervención clara, pudo abrir el marcador con un zurdazo desde afuera del área. Sin embargo, las faltas repetidas en defensa generaron tiros libres cerca del área de Andújar. Faltó concentración y ensayo en la pelota parada. Porque en el primer centro que cayó en el área local, Brasil se puso en ventaja. Sebastián Domínguez, que debutaba con la camiseta de la Selección, bajó a Luis Fabiano sobre los 22. Elano realizó el envío desde los tres cuartos de cancha, inclinado sobre la derecha. Sin marca, Luisao, uno de los centrales, metió el cabezazo goleador para el 1-0. Preocupación.
Argentina tropezó dos veces con la misma piedra. A los 30, Kaká recibió la falta cerca del área. Elano ensayó un remate al arco que se desvió en la barrera. La pelota cayó en el área, sobre la izquierda, Kaká metió el centro atrás ante la barrida desesperada de Domínguez. Maicon le dio de zurda, Andújar tapó a puro reflejo, pero no fue suficiente. En el rebote, Luis Fabiano tocó al gol el caramelito que le quedó en el área chica y Brasil pasó a ganar por 2-0. Silencio en el Gigante de Arroyito.
Después, el desconcierto. En un tiro libre, con todos los defensores en el área rival, Messi jugó corto para Verón y la Bruja para ¡Mascherano!, que no esperaba participar de esa jugada. El ataque se diluyó. Tuvo el descuento Maxi Rodríguez, a los 37, tras un centro de Tevez, que aguantó la pelota en el área. Pero Julio César tapó con sus piernas el desahogo argentino. Y a los 40, otra falla que deja en evidencia a un equipo enloquecido. La pifia de Verón y el zurdazo de Dátolo, lejos, en una buena oportunidad.
Hubiera sido un papelón si Luis Fabiano marcaba el tercero, otra vez después de un centro de una pelota parada, a los 42. Pero el desvío del delantero lo contuvo Andújar, con el pecho y con la cara. El paraguayo Oscar Ruiz se apiadó del conjunto de Maradona y pitó el final del primer tiempo. En el vestuario, Maradona decidió poner a Agüero en lugar de Maxi, para buscar el descuento y la reacción en el complemento.
Argentina mostró la misma actitud, esas ganas de meter el tercero antes del descuento. Atacar sin pensar, sin pausa. Y así, ciego, chocaba una y otra vez con una defensa bien parada con Lúcio y Luisao. Con el buen control de Felipe Melo en la mitad de la cancha. Y con la calidad de Kaká y la velocidad de Robinho para golpear de contra. Más fuerza que fútbol. Más impotencia que coraje, así atacó Argentina en el complemento.
Lo tuvo Heinze en un cabezazo que despejaron en la línea. También Verón con un remate de media distancia. Nada. Brasil se plantó bien, con la tranquilidad que le daba la ventaja, con la astucia de siempre y con la categoría intacta. Parecía una pared amarilla ante cada gambeta que improvisaba un Lionel Messi apagado, cargado de bronca y de fastidio.
Ante la falta de recursos, Argentina llegó al descuento de la única manera que era posible. A los 19, Jesús Dátolo dominó una pelota en el medio, inclinado hacia la izquierda. Avanzó unos metros y sacó el latigazo que se clavó en el ángulo izquierdo de Julio César. El 2-1 trajo un instante de esperanza. El empate y la voltereta histórica eran palpables en el Gigante. Pero el castillo de naipes que había construido Argentina se estrelló contra el piso y el estruendo retumbó sin barreras en los oídos de Maradona. Dos minutos más tarde del gol de Dátolo, Brasil liquidó el partido.
Argentina en ataque, recupera Brasil y la pelota sale rápida para Kaká, en la mitad de la cancha. El talentoso volante del Real Madrid metió un pase perfecto de unos veinte metros, entre líneas, a espaldas de Otamendi. Luis Fabiano quedó mano a mano con Andújar y resolvió con un toque por encima del cuerpo del arquero ex Estudiantes. El 3-1 fue lapidario en Rosario.
Para el final quedó toda la decepción y el murmullo. Resucitaron todos los fantasmas: el 1-6 ante Bolivia, la destitución de Alfio Basile ante el Chile de Marcelo Bielsa y la renuncia de Juan Román Riquelme ante la asunción del nuevo técnico. Argentina mantuvo el cuarto puesto en la tabla de las Eliminatorias rumbo al Mundial de Sudáfrica con 22 puntos. Detrás están Colombia y Ecuador, con 20, en repechaje y Uruguay asoma con 18, más atrás. La Selección debe enfrentar a Paraguay el miércoles, en Asunción. Y en octubre recibirá a Perú y cerrará en Montevideo ante la Celeste. Quedan tres fechas para cambiar la imagen y llegar al Mundial, o sino la tristeza no tendrá fin.
No comments:
Post a Comment