Gustavo Adolfo Restrepo , arquitecto de la Empresa de Desarrollo Urbano de Medellín, traspasó fronteras con la arquitectura social sostenible hecha en la capital antioqueña.
El ganador del oro de los premios Holcim de construcción sostenible, nominado –además– al premio mundial, logró transferir su experiencia a Brasil, donde se replicará la obra Planificación Urbana para la Comuna 13. “Salvador, México y Costa Rica también están interesados” , dijo Restrepo, quien habló con EL TIEMPO.
¿Cómo se logran proyectos exitosos de arquitectura social sostenible?.
Dándoles valores agregados, es decir, aproximándolos a la comunidad. Aunque se hacen con sus impuestos, la gente trabaja con nosotros un año antes, cinco y seis meses durante la construcción, y después son veedores del espacio público y son los primeros en decir: “¡No me tire papel!” Un ejemplo claro es un parque ambiental en la estación Juan XXIII, una zona socialmente difícil, donde le compramos la casa a una pareja de la tercera edad, en la que había un nacimiento de agua, y donde iniciamos el proceso con la comunidad.
¿Dónde está el secreto?.
Con gestión institucional, trabajo social en todos los momentos con la gente y con transparencia en el manejo del recurso público. Esto es un tema de credibilidad. No sólo porque hay un cronograma que se cumple, sino porque hay un presupuesto que se respeta.
¿Así nació el proyecto Planificación Urbana para la comuna 13 en Medellín Premiado por Holcim?.
Esto no es un sueño solamente; es algo científicamente ejercitado. La metodología apunta primero a un concepto fundamental: “Lo mejor para los más humildes”. Inversión en los lugares que más los necesitan. A esto hay que sumarle que se deben identificar las necesidades a través de un esquema de evaluación con un mapeo de Medellín que muestra cuáles son las zonas humiles y cuáles son sus necesidades.
¿Quiénes son los beneficiados?.
Los dos millones y medio de habitantes de la ciudad, que cada día vemos mejor espacio público y equipamiento para todos. De hecho, yo voy con mis hijos a pasear los domingos a la biblioteca de Santo Domingo y a lugares donde jamás hubiera ido nunca y que hoy son territorios de paz.
¿Es difícil hacer arquitectura social? .
¡No, más bien es maravilloso! Un día oí a tres niñas que salían de la biblioteca cerca a mi oficina y una le decía a las otras dos: “Quisiera que mi casa fuera como esta biblioteca”. Eso fue suficiente para entender que estamos construyendo un país con futuro.
¿Cómo se integran lo público y lo privado?.
Hacer arquitectura social sostenible no es solamente hacer la estructura.
Hay que mantenerla. Solo la conservación de la biblioteca de San Javier cuesta 2.000 millones de pesos.
Allí las cajas de compensación Comfama o Comfenalco, que manejan recursos de la comunidad, administran y han demostrado ser unas gerentes juiciosas. Otro ejercicio más común con la empresa privada es, precisamente, que nuestros constructores son privados y tienen el compromiso de hacer que la plata pública se luzca y no se pierda .
¿Cómo funciona el tema arquitectura social en medio de una economía desacelerada? Medellín, como todas las ciudades latinoamericanas, pasa por esa situación y lo hará con una desaceleración fuertísima en el empleo.
Aun así, le ha apostado a la arquitectura social sostenible. Sabemos de inversiones por 9.000 millones de pesos del presupuesto del 2010 que generarán 360 empleos inmediatos y hacia finales del 2009 ascenderán a 16.000.
Es un reto muy interesante pues se van a construir cerca de 115 obras donde las más pequeñas serán jardines infantiles de 1200 metros construidos. Un presupuesto de 750.000 millones de pesos con los que se construirán hasta Cais en zonas perisféricas de Medellín. En fin...
ARQUITECTURA DE REVISTA Y OBRA SOCIAL.
Gustavo Adolfo Restrepo respeta a los arquitectos interesados en aparecer en las revistas solamente por un tema estético. “Sin embargo –agrega–, estoy convencido de que las nuevas generaciones son menos indiferentes a lo social”. Según Restrepo, “las facultades de arquitectura, y lo digo desde mi experiencia como docente, sentíamos alejados del tema de la arquitectura a los colegas que trabajaban lo social.
“Cuando empezamos a hacer esto descubrimos que había un filo perfecto y entendimos que, simplemente, cada uno tenía el compromiso de hacer las cosas bien hechas.
“Hay que entender que la estética es uno de esos valores de sociabilidad.
Ahí es donde aparece el tema de las economías, de la calidad de los recursos, de las eficiencias en las energías y de la materialidad de lo social”, asegura el arquitecto, quien insiste en que es respetable que alguien desee figurar en las revistas. “Pero insisto, esto no quiere decir que se omita lo social. Bogotá es un ejemplo; aprendimos de ella, retomamos la experiencia y la reinterpretamos a lo nuestro”
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